Planean por el aire tan ligeras como una pluma, cazan cuando cae la noche y acaban aterrizando en la mesa de soldadura de Rich Baker. Las aves rapaces son las favoritas de este soldador y artista canadiense: desde las majestuosas águilas hasta los perspicaces búhos. Su camino hacia el arte no fue un viaje lineal. Primero tuvo que hacer algunas paradas, como la música country o el teatro. Pero, a pesar de ello, pudo llegar hasta donde está hoy: su taller, situado en plena naturaleza canadiense, donde cualquier trozo de metal acaba convirtiéndose en una obra de arte que representa algún animal.
Un comienzo como otro cualquiera
Aunque sería fabuloso decir que en su juventud encontró su vocación artística en la impresionante naturaleza canadiense, esto no fue lo que pasó en realidad. Más bien ocurrió al revés: Rich Baker aprendió a soldar en el trabajo a los 19 años y estuvo unos años contratado como soldador en el sector industrial. Por aquel entonces, se dedicaba principalmente a la soldadura MMA y MIG.
Aunque aún estaba lejos de descubrir su vocación creativa, ya era consciente de lo artístico que era el oficio en sí. «Admiro a todos los soldadores que trabajan en campos tan diversos. Aunque no suelden esculturas, sino cosas muy corrientes, es y sigue siendo un arte», explica Baker.
Pero Rich nunca habría imaginado que acabaría trabajando como artista. Después de todo, hizo muchas paradas alejadas de la soldadura que, sin embargo, le condujeron a su verdadera vocación.
Vuelta a casa
Aunque los comienzos de Baker en la industria de la soldadura fueron bastante normales, los años posteriores no lo fueron tanto. Como verdadero amante de la música, decidió dedicarse primero a esta pasión, así que cambió la antorcha de soldadura por una guitarra y recorrió Norteamérica durante 13 años con su banda de country rock. También escribió canciones y conquistó las listas de música country con números 1 y top 5.
Este periodo de su vida estuvo marcado por la libertad, una libertad que nunca lo abandonó. Tras más de una década, dejó atrás la vida de músico, retomó la soldadura y se dio cuenta de que no se veía trabajando para siempre en la industria. Por ello, acabó creando su propio taller de soldadura, lo que le dio la libertad que tanto deseaba para dedicarse a su oficio y así evolucionar desde la música country hacia el heavy metal.
Se abre el telón: La soldadura al servicio del teatro
Tras montar su taller de soldadura, Baker pensó primero trabajar en el campo, ya que había muchas granjas en la zona. Pero, en un giro inesperado de los acontecimientos, una organización teatral, el Stratford Festival, le encargó soldar figuras para sus obras, y allí se vendieron miles de sus pequeñas obras de arte.
Para la obra Camelot, por ejemplo, soldó pequeños caballeros con armadura posando en escenas de batallas. «Como siempre me ha gustado el teatro, me hizo mucha ilusión recibir este encargo, aunque al principio esperaba que vinieran de otro ámbito. No gané mucho con ello, pero el trabajo me acercó de nuevo a la soldadura y, en cierto modo, me llevó hasta donde estoy hoy, como soldador artista», explica Baker.
La naturaleza como fuente de inspiración
«Después de soldar los personajes de teatro, de repente vi cosas más grandes en mi cabeza, criaturas más grandes», recuerda. Compró una plancha de metal, empezó a experimentar y se dio cuenta de que le apasionaba la naturaleza, y que eran las aves rapaces y otros animales salvajes los que quería transformar en obras de arte por medio de la soldadura.
Aunque ha habido algunas desviaciones en el camino, y éstas han acabado por convertirle en el artista que es hoy, el amor por la naturaleza siempre ha estado ahí: «Siempre me ha gustado estar al aire libre, ya sea haciendo senderismo, montando en bicicleta o corriendo por el bosque. Vivir como vivo hoy, rodeado de un maravilloso lago y en plena reserva natural, es pura felicidad para mí. Desde mi jardín puedo respirar el aire del lago y observar todo tipo de fauna: ciervos, zorros, coyotes, lobos y, por supuesto, muchas aves rapaces. Estas últimas me gustan especialmente, probablemente por mi afición a volar y mi deseo de libertad. Es un lujo poder ver halcones, águilas americanas, pavos salvajes y halcones de cola roja todos los días. Esto es naturaleza, esto es silencio, esto es vida».
«Mis ojos miran lo que mis manos hacen»
Bajo el lema «Si puede volar, se puede soldar», las aves rapaces son los animales predilectos de este artista. Pero no importa en qué animal se inspire para su arte. Baker confía en su intuición, no trabaja según ningún plan. «Puede parecer una locura, pero cuando estoy soldando, mis ojos parecen observar por sí solos lo que hacen mis manos. Ni siquiera me pregunto de dónde viene. Si estoy creando algo, cuanto menos piense en ello, mejor», explica Baker.
Con su «arte salvaje» persigue un objetivo: captar la gracia y la esencia de los animales en sus movimientos y crear así una ilusión óptica. Por eso recurre a determinados métodos para conseguir diferentes efectos de color y brillo. Algunas obras las rocía con agua para crear un óxido natural. Otras veces utiliza un spray para colorear las plumas o las crines, por ejemplo.
Cortar, martillear, soldar
Baker nunca sabe cuál será la próxima obra de arte de su colección. «Soy una persona muy visual. Estoy en la naturaleza, veo algo que me llama la atención y me pregunto: ¿cómo puedo convertir esto en arte usando la soldadura?», explica el artista. Suele tener la idea de su última obra en mente durante un tiempo, luego cuelga en su tienda fotos del animal para tenerlo presente. «Convivo un poco con el animal antes de ponerme a trabajar», explica.
Tras esta fase de preparación, por fin llega el momento de cortar el material, martillear para darle forma y soldar. Aunque solo se necesita un soldador, un martillo y unos alicates, el proceso en sí es extremadamente complejo: «Suelo empezar por la nariz o el pico del animal. Solo esta zona puede estar formada por diez piezas individuales que ensamblo cuidadosamente. A partir de ahí, voy trabajando hacia fuera», explica Baker. Dependiendo del tamaño y la complejidad, puede tardar entre unos días y unos meses en crear una obra de arte.
Así vive hoy
Una naturaleza idílica, un silencio apacible, una impresionante vida salvaje: En Harrington, Ontario, una aldea de apenas 20 casas, el mundo se mueve a un ritmo más lento. Aquí es donde vive Rich Baker, y es también donde crea sus obras de arte, en su taller especializado, a pocos pasos de su casa. Tiene una página web y una tienda online donde personas de todo el mundo pueden admirar y adquirir sus obras de arte. También utiliza TikTok para llegar a los más jóvenes. Llegó a conseguir 700 000 visualizaciones en un vídeo sobre cómo terminaba un cuervo de metal. «Así puedo crear mis obras aquí, en este maravilloso rincón de la tierra, sacarlas al mundo a través de Internet y ganarme la vida con ello», dice Baker agradecido.
Su vida ha estado llena de vaivenes que lo han llevado a los sitios más inesperados, pero, aun así, siguió un camino que parecía trazado para él y que lo llevó exactamente a donde está hoy. «Estos giros inesperados son lo que más me gusta de la vida. Siempre tengo curiosidad por ver adónde me lleva la vida, y me gusta dejarme llevar», dice Baker. «Ya sea hacer piezas de música o de metal, cada una de mis creaciones cuenta una historia, ya sea a través de la letra de una canción o la escultura de un animal. En lugar de plasmar lo que tengo en la cabeza en un papel con un bolígrafo, hoy me dedico a darle forma en el metal, y al hacerlo soy una cosa por encima de todo: libre como un pájaro».
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