Imagina que alguien te hubiese dicho que una simple bombilla revolucionaría toda la tecnología de la soldadura. ¿Te lo habrías creído? “Pero fue exactamente lo que ocurrió“, asegura Josef Artelsmair, uno de los inventores del proceso de soldadura CMT de Fronius. Es innegable que, hace dos décadas, nadie habría esperado una innovación tan rompedora.
En la actualidad, “Cold Metal Transfer” (CMT) representa el tipo más avanzado de transferencia de gota. El movimiento retráctil del hilo (es decir, hacia delante y hacia atrás) crea un arco excepcionalmente estable.
Esto permite una reducción de casi un 33 % en el aporte térmico y casi el doble de velocidad de soldadura en comparación con el arco corto convencional.
Mientras que antes era necesario pegar o unir mediante brazing, la soldadura no solo no supone un problema en la actualidad gracias a CMT, sino que apenas genera proyecciones. Además, este innovador invento logró otro gran avance: la unión térmica del acero galvanizado y aluminio por primera vez en la historia de la soldadura.
Todo empezó con una bombilla
Estas propiedades únicas hacen de CMT el proceso idóneo para casi cualquier aplicación. “Nunca lo habríamos imaginado“, dice Josef ‘Joe’ Artelsmair, todavía algo sorprendido. Al fin y al cabo, él y sus compañeros solo tenían que encontrar una solución para el fabricante de bombillas Osram.

Los casquillos y el contacto presentaban mucha corrosión en los países con aire salino. Para prolongar el ciclo de vida de estas bombillas, los casquillos debían sustituirse por otro material y soldarse en lugar de unirse mediante brazing.
Se trataba de una idea sencilla, pero no podía llevarse a la práctica con procesos de soldadura a temperaturas demasiado elevadas porque los casquillos estallaban constantemente.
Osram planteó el problema a Fronius: “Ya existía el Spatter Free Ignition. Tras desarrollarlo aún más y trabajar constantemente en el movimiento de avance y retroceso del hilo, finalmente conseguimos soldar los contactos de las bombillas o unirlos mediante metal de aportación brazing“, dice Artelsmair, resumiendo el proceso de desarrollo.
Nada es imposible
El resultado fueron dos equipos para Osram que utilizaban una o dos gotas para soldar las conexiones mediante arco eléctrico. “En realidad, se trataba de un pedido especial y nunca se pensó en fabricarlo en serie“, prosigue el Especialista en Electromecánica. Por ello, el proyecto se mantuvo aparcado durante mucho tiempo.
No obstante, Joe Artelsmair nunca abandonó la idea del desprendimiento de gotas repetitivo, que tal vez podría utilizarse incluso para soldar cordones. “La clave era que el movimiento del hilo tenía que ser más rápido, mucho más rápido. Sin embargo, en aquel momento esto no era posible con el motor de accionamiento de la devanadora que teníamos. Logramos un máximo de diez movimientos de avance y retroceso por segundo debido a la inercia de la transmisión“.

Cuando se decidió retomar el proyecto con un equipo más grande, el inventor y sus compañeros dedicaron mucho tiempo a desarrollar un accionamiento sin transmisión para aumentar aún más la frecuencia. La corriente y la velocidad de hilo debían combinarse y controlarse con precisión para obtener un resultado de soldadura perfecto.
El perfeccionismo como combustible para la innovación
“En aquella época no se pensaba en el acero. Nos centramos en el aluminio y las chapas muy finas, pero entonces apenas había mercado para ellas. Aún así, nunca nos rendimos y seguimos realizando pruebas con cada vez más potencia”, explica Artelsmair.
Se realizaron pequeños ajustes aquí y allá para aumentar aún más la potencia de control del motor. Pero todavía quedaba mucho trabajo y un largo camino lleno de obstáculos antes de que la soldadura CMT, tal como la conocemos hoy, alcanzara la perfección. Esto también se refleja en la longevidad del proceso, que celebrará su vigésimo aniversario en 2025.
“Un compañero llegó a decirnos que el CMT siempre sería algo tan ‘de nicho’ que no merecía la pena y sería mejor olvidarnos de él“, recuerda el inventor.
¿Cómo no rendirse? “Bueno, siempre he sido un poco perfeccionista“, confirma riéndose el autoproclamado perfeccionista. Ya de pequeño le interesaba la electrónica y le gustaba trastear por su cuenta.
“Monté un pequeño taller en el que trabajaba sobre todo con radios“, recuerda Joe Artelsmair. En 1977, tomó una decisión lógica: comenzar su formación como ingeniero electromecánico y mecánico en Fronius, Pettenbach.
Desde que se graduó, ha trabajado ininterrumpidamente como desarrollador en la planta de Thalheim, donde podrá disfrutar de su merecida jubilación a finales de mayo de 2025.
¿El secreto de su éxito? ¡La pasión!
Con el desarrollo del proceso de soldadura Fronius CMT, Josef Artelsmair ha escrito una página en la historia de la soldadura.
“Nunca pierdas el ánimo, demuestra el coraje necesario y no te rindas. No dejes que nada ni nadie te diga que algo es imposible“, afirma, dando sus mejores consejos a todos los futuros desarrolladores.
“El progreso técnico requiere no solo ambición, sino también mucha pasión. Solo así conseguiremos seguir desarrollando la tecnología de la soldadura“.
¿Qué crees que es necesario para innovar de verdad? Comparte tu opinión en los comentarios.
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